Se dirige hacia la estantería y busca rápidamente su libro favorito. Pasa las páginas con ansiedad hasta encontrar ese fragmento que tanto ama. Lo lee con avidez varias veces, como si quisiera memorizarlo. Su mente se llena de felicidad mientras se sumerge en ese pequeño retazo de la historia, y se pregunta por qué esa parte en especial la obsesiona tanto. Se siente cómoda y amparada; se siente segura. Siente que esos párrafos la elevan alto, hasta perderse en el infinito. 
Al terminar, cierra el libro con delicadeza y vuelve a colocarlo en su lugar. Se retira de la habitación con gesto soñador y pacífico. ¿Cuántas veces más deberá leer ese fragmento para convencerse de que en la realidad, no existe la felicidad ni los sueños cumplidos?