Sonia llega a la puerta de su departamento y busca las llaves en su cartera. Tarda en encontrarlas porque hay poca luz y está algo ebria. Las introduce en el cerrojo y entra. Prende las luces. Deja el bolso, las llaves y el saco arriba del sillón.

Sonia se dirige al baño y abre la ducha para llenar la bañera. Se sienta en la tapa del inodoro mientras mira el agua que corre. Tiene el delineador corrido y las medias rotas. Se saca los zapatos y va a buscar una cerveza a la heladera. 

Sonia se sumerge en la bañera con el vestido puesto y la botella de cerveza. Por la ventanita del baño puede ver que es una noche hermosa, sin nubes, con estrellas. Piensa en nada concreto mientras la cerveza es cada vez menos.

Sonia deja la botella vacía en el suelo y cierra los ojos. Piensa. Quiere llorar. Quiere sentirse feliz, sentirse bella. Hunde la cabeza en el agua para apagar los gritos que la atormentan.

Sonia saca la cabeza y abre los ojos. Se sienta y se toma las rodillas con las manos. Se queda en la bañera hasta que deja de pensar. Ahora es de día. Está cansada. Sale de la bañera, busca una toalla, se seca y se acuesta en su cama. Se sumerge en un sueño profundo, un sueño perfecto, aliviada de pensar tanto.

equilibrio perfecto

Cerrá los ojos y contá hasta tres
respirá hondo hasta hinchar tu pecho
y soltá el aire hasta vaciarte por completo
por nada dejes de cerrar los ojos 
podrías perder esa magia que aparece 
cuando te concentrás en algo.
Pensá en tus recuerdos más bonitos
intentá borrar todo lo negativo
eliminá esos miedos que te bloquean
llená tu cabeza de buenos deseos
cuando te sientas listo, abrí los ojos lentamente
sin darte cuenta y delicadamente
habrás alcanzado el equilibrio perfecto.


Quería destrozar algo hermoso.
- El Club de la Pelea


Comienza a formarse un nudo en el estómago, pequeño al principio y luego intolerable. Crece, hasta que el malestar alcanza a todos los órganos y se filtra por las arterias, los bronquios y hasta los huesos. La sangre hierve por debajo de la piel y una excitación febril y amarga recorre el cuerpo, provocando cosquilleos en los pies y en las manos. Cualquier otra emoción que no sea ira o similar se disipa, y la mente se llena de pensamientos oscuros y perversos. Violentos. Ansiosos. La respiración es ahora más agitada porque falta el aire, no hay aire, todo es odio, es maldad, ya no hay sangre sino lava ardiente, los músculos se contraen y el organismo se prepara para atacar, ataca, ataca sin piedad, aprieta, golpea, quiebra, muerde, desfigura, golpea más fuerte. Las facciones se desfiguran, y la humanidad se va, se esconde en el inconsciente, y el instinto animal se apodera de los sentidos y de los movimientos. Ya no salen palabras de la boca, sino sonidos guturales, primitivos. Una oleada de placer recorre la médula ante la visión del cuerpo ensangrentado, magullado, destrozado. Eso no es una persona, no es nada. Es algo inhumano y sin forma. 
Poco a poco la respiración vuelve a su ritmo normal. La sangre retorna a su temperatura habitual. El nudo desaparece. Pero la peor parte es volver a la conciencia, porque lo hecho cobra trascendencia, y se ve, claro como el agua, lo que se es capaz de hacer, que así como se construye se destruye, que la humanidad es una especie estúpida y sádica. La pregunta insoportable está ahí, latente, esperando a ser formulada. ¿Somos seres racionales?

ya no más

Era noviembre, y el olor a jazmín
se hospedaba en las narices
las brisas ya eran cálidas
y los chicos corrían en camiseta
una mujer se abanica; su frente
está empapada en sudor.
Vos tenías un solero celeste
y los labios pintados de rosa.
Sonreíste, y tus dientes también
¿por qué ya no usaste más 
los labios rojo carmín?
Tu pelo parecía brillar
cuando el sol le daba de lleno.
Te apartabas los mechones de la cara
¿por qué tu pelo era dorado,
si antes color avellana fue?
Parecías encogida,
como si te hubieran secado al sol.
Te ofrecí helado y dijiste que no
¿por qué tu alacena estaba vacía
y se notaban tus costillas?
Te miré, y parecías otra persona
Te miré, y no supe quién eras.
Podrías haber sido una extraña
¿por qué tu trato era distante,
y tu mirada se alejaba de mí?
¿por qué agitabas la mano?
¿por qué me decías adiós?