Caminaban los dos en silencio, observando lo que había a su alrededor. Veían las luces de la ciudad, veían edificios, tiendas y vehículos, veían a los árboles recién brotados, veían a la gente pasar. Se venía la noche pero no hacía frío; había una brisa ligera de primavera, suave, cálida, gentil.
Ella le tomó de la mano. El la miró. Ella sonrió, y él también.
-¿Sabés? Te quiero mucho- Él le dijo.
Se rió. Nunca se separaron.