Autrefois, j'etais une femme très heureux. Mais aujourd'hui, je suis triste. J'ai teint bleu. 
Pourquoi?

Je veux être mince.
Je veux être beau.
Je veux être intéressant.

Et j'écris en français parce-que de cette façon la tristesse, qui est très, très horrible, semble plus poétique. (Même si je sais que la tristesse ne doit jamais être une chose jolie).

Fin.
uno, dos, tres
mecánicamente
se intercalan los pies
un paso, dos pasos
hasta llegar a cien
o quizás muchos más
cuatro, cinco, seis
rítmicamente 
hasta formar una canción
las baldosas son tambores
el viento saxofón
siete, ocho, nueve
paradójicamente
en la calle no hay ni un alma
o hay demasiadas
en diez me detengo
ante el destino final
que puede ser concreto
o ninguno en particular
Los rostros cansados se reflejan en el espejo, distorsionados. El espejo les devuelve una imagen que no les pertenece. Entre sombras, se reconocen, pero no se conocen. ¿Quién es esa persona que me mira desde el otro universo? El universo oculto, el que se esconde debajo de la alfombra, el que subyace entre los sueños.
Su otro yo los observa, esperando la oportunidad de salir a escena. Ese otro yo que es el gemelo malvado, la manzana podrida, o quizás es el costado más bello y más considerado.

A veces, los rostros ya no son rostros, sino lienzos en blanco. Y con lápiz dibujan ojos, nariz y boca. El pulso tembloroso por el horror y la desesperación: los ojos bizcos, la nariz torcida y la boca hinchada. Peor es nada, pero... Con asco se limpian con agua y jabón, y pacientemente comienzan de nuevo la difícil tarea. Pero el rostro ya no es el mismo. Es un pseudo-rostro, pero jamás un rostro de verdad, jamás el original.

Entre la confusión y el pánico, salen a la luz del sol, la luz que no oculta y que es honesta, y los miles de rostros se observan, garabateados, arruinados, deformados, pero perturbadoramente humanos.
Te siento lejos.
Estás a miles de metros de mí, a miles de kilómetros de mí. No alcanzo a verte. Estás tan lejos que ya ni te recuerdo. Ya ni recuerdo cuándo te fuiste, cómo fue que te alejaste de mí, nos alejamos. Si hoy nos llegáramos a encontrar, seríamos dos extraños.
Te siento lejos.
Antes solíamos contarnos todo, compartir todo. Nos sincronizábamos. Eras mi roca y yo era la tuya. Tomabas mi mano cuando tenías miedo, apretabas tan fuerte que los dedos se volvían morados. Me abrazabas y me cuidabas como a un niño pequeño.
Te siento lejos. 
Quisiera que estés cerca, y a la vez que no vuelvas. Porque si volvés, porque si nos vemos, ya no será lo mismo, y nuestras miradas se encontrarán, y en tus ojos lo único que voy a encontrar es indiferencia, temor, y lo que es peor, quizás no encuentre nada.