la paria

Mente y cuerpo ya no son uno, sino dos entes completamente distintos. El cuerpo esta ahí, como una fachada inútil, una cáscara vacía, una mentira con ojos, manos y pies. Mira, pero no observa; oye, pero no escucha; Piensa, pero no razona. A todo esto, ¿dónde demonios se metió la mente? La imbécil flota como ectoplasma por el aire, con picardía y desfachatez. Y sí observa, y sí escucha, y sí razona. Observa a los demás individuos, con su cuerpo y su mente indisolublemente unidas, intactas. Escucha los ecos de sus pensamientos, que se transforman en miedos, en mentiras, en deseos. Al ver a su recipiente vacío, razona por un instante. Se ve tan frágil y tan miserable, tan... carente de sentido. Los demás están rodeados de un aura de color mientras que este cuerpo, este saco de huesos que le tocó ocupar no tiene nada de especial, mas bien parece ridículo. Puaj. Mejor seguir fuera de esa cárcel de piel y músculos.