Sonia llega a la puerta de su departamento y busca las llaves en su cartera. Tarda en encontrarlas porque hay poca luz y está algo ebria. Las introduce en el cerrojo y entra. Prende las luces. Deja el bolso, las llaves y el saco arriba del sillón.

Sonia se dirige al baño y abre la ducha para llenar la bañera. Se sienta en la tapa del inodoro mientras mira el agua que corre. Tiene el delineador corrido y las medias rotas. Se saca los zapatos y va a buscar una cerveza a la heladera. 

Sonia se sumerge en la bañera con el vestido puesto y la botella de cerveza. Por la ventanita del baño puede ver que es una noche hermosa, sin nubes, con estrellas. Piensa en nada concreto mientras la cerveza es cada vez menos.

Sonia deja la botella vacía en el suelo y cierra los ojos. Piensa. Quiere llorar. Quiere sentirse feliz, sentirse bella. Hunde la cabeza en el agua para apagar los gritos que la atormentan.

Sonia saca la cabeza y abre los ojos. Se sienta y se toma las rodillas con las manos. Se queda en la bañera hasta que deja de pensar. Ahora es de día. Está cansada. Sale de la bañera, busca una toalla, se seca y se acuesta en su cama. Se sumerge en un sueño profundo, un sueño perfecto, aliviada de pensar tanto.