Los pensamientos de Lucila eran de colores. Tal vez parezca imposible que un pensamiento sea de color, pero era así. A veces eran de un rosa atardecer; a veces eran de un rojo furioso, o un naranja. Algunos tomaban un color amarillo, como el sol, o verde, como el césped recién podado.

Los pensamientos favoritos de Lucila eran los azules. Cuando pensaba en azul era porque se sentía verdaderamente feliz. Le gustaban todas las tonalidades: azul cielo, azul violáceo, verde azulado. Tal vez era su color favorito porque le recordaba a aquellas tardes de primavera limpias y soleadas, sentada en el jardín de su casa mientras jugaba con su juego de té y sus muñecas de porcelana, y el aroma que despedían los jazmines le embriagaba el olfato. Tal vez era su color favorito porque el azul significaba calma. Calma después de recibir palizas de su papá. A veces observaba sus moretones a través de la luz del sol y los cortes en sus brazos. Sus propios gritos de horror resonaban en su cabeza y al mismo tiempo recordaba el rostro de su mamá, que se debatía entre la furia, el espanto y la impotencia. Mamá querida, que peinás mi cabello en dos trenzas y me llevás de la mano hasta el colegio. Que comprás helados de frutilla para las dos después de jugar todo el día en el parque. Que llorás en silencio cuando creés que no te estoy viendo. Mamá.

Cuando pensaba en Benjamín los pensamientos se volvían rosa pastel, y los latidos se hacían más frenéticos. Había días en que sólo pensaba en rosa. Un día se animó, y le dijo que lo quería. Luego el rosa se convirtió en negro. Los niños pueden ser algo crueles a veces.
Cuando llegó a la adolescencia, los colores eran cada vez menos frecuentes. Ya no podía pensar en rojo, ni en verde, ni en violeta. Ni hablar del rosa. De vez en cuando invocaba al azul, y se sentía mejor. Sobre todo porque ahora sólo pensaba en una escala horrible de grises. El color más horrible del mundo. Un color que no significa nada, ni siquiera tristeza. Un color que la asfixiaba.
De pronto el azul la abandonó, y Lucila se quedó sola, insulsa, gris.